Nuevo curso, nuevas expectativas, retos, y todo el mundo dispuesto a encararlos con buen espíritu.
El inicio del año escolar es semejante en buenos propósitos a lo que hacemos en el año nuevo, la diferencia es que ahora tenemos un periodo más largo para poder ver los resultados de los cambios que hayamos propiciado.
Me gustaría proponer que quizás deberíamos dedicar especial atención a algo tan sencillo como la alimentación. Que ésta sea correcta y sana, empezando con un desayuno equilibrado nos va ayudar a iniciar el día con la energía que se requiere para no desfallecer.
Este consejo no sólo es válido para nosotros sino muy especialmente para nuestros hijos o estudiantes. Es común ver a nuestros alumnos lamentándose de hambre en las horas previas al recreo, el motivo es que no suelen desayunar antes de salir de casa por “falta de tiempo”, evidentemente el aprovechamiento de esas primeras horas no es el óptimo debido a la carencia de nutrientes que les ayude a poder concentrarse sin pensar en el dolor del estómago vacío.
Sanidad ya alerta de los hábitos alimentarios de los niños y su negativa repercusión en el rendimiento académico.
Podemos empezar dando ejemplo los adultos, considerar esa comida como un sano disfrute y de la que no debemos prescindir aunque para ello tengamos que arañar unos minutos al sueño
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